Estaba entre la niebla, si, su mente estaba apestada de esa densa niebla del cuarto, solo esperaba cada tarde para abrir la puerta y dejarse llevar por ese sopor imaginario, porque entre la niebla nadie ve nada, ni puede distinguir cosa alguna, y por eso, puedes inventar lo que quieras en la seguridad de la amable privacidad.
Esperaba algo especial, y en el cuarto, cada tarde, ese algo y algo más... estaban ahí, era cosa de cerrar los ojos solamente y podía escuchar, sentir y palpar el agrado... todo aquello no era más que el rincón de su mente que quería salir a toda costa y solo podía hacerlo cuando nadie veía, en la intimidad de cuatro paredes.
Era una curiosa e inofensiva adicción que siempre estaba ahí aumentando las dosis de la droga, cambiando de tono de voz, de rasgos, de nombre.... pero siempre ahí, esperando, esperando a que solo abriese la puerta, como un fantasma... un fantasma que tenía su nombre grabado...
Definitivamente sabía que ese era y sería su permanente juego cuyas reglas no cambiarán a menos que alguien abra las ventanas del cuarto y disipe la niebla a cambio de un deseo condensado...
"El alienado no es ajeno a la realidad, es más... no tiene un filtro para ella, por lo que ésta lo invade... la realidad le habla y lo abstráctamente real se le vuelve visible y tangible..."
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